Y la felicidad continùa...

esta vez, en el grupo de los miércoles.

Teresa Aranda quiere compartir un articulo:

El secreto de la felicidad




"Nunca somos más egoístas que cuando somos felices." El

semiólogo italiano Paolo Fabbri se acercaba ya al final de su

conferencia "8 ½. Una magmática liberación de imágenes " , que

 ofrecía el martes pasado en el Instituto Italiano de Cultura de

Buenos Aires -acompañado por Néstor Tirri-, y quiso reflexionar

sobre los pliegues sombríos de un estado de ánimo luminoso. "Hay

 un egoísmo y una crueldad de la felicidad. Nadie es más cruel que

alguien que se siente feliz, porque no le importa nada de los

 demás."

La reflexión venía al caso porque Fabbri entiende que la búsqueda

 de la felicidad es el problema principal que plantea el film de

Federico Fellini. Especialista en la obra de su compatriota,

invitado a Buenos Aires cuando se conmemoran veinte años de la

muerte del cineasta y cincuenta del estreno de 8 ½ , Fabbri analizó

 distintos aspectos de la película y se detuvo en dos cuestiones

cruciales: el problema de la felicidad y la relación del hombre con

 la magia.

"Uno de los rasgos característicos de nuestra cultura

 contemporánea consiste en su carácter arteficante -dijo Fabbri-,

que convierte en arte expresiones culturales como la magia y la

danza, y hasta una actividad industrial como el cine." En la visión

de Fabbri, el protagonista de 8 ½ encarna el paradigma del artista

cinematográfico, al servicio de un realizador que estaba

convencido de que el cine debía abandonar el realismo.

"Fellini pensaba que la realidad verdadera no es la que vemos y

 que el objetivo del cine es mostrar otra realidad, que no es la que

vemos pero tampoco es una ilusión." Fabbri llamó la atención

sobre las dos figuras en las que se desdobla el personaje del artista

en 8 ½ : el crítico y el mago. Fellini elige la magia (el crítico

desaparece) y ésa, señaló Fabbri, es una elección de vida. "Fellini

tenía una biblioteca esóterica y cada mañana, antes de escribir,

consultaba el I Ching . Practicantes de cartomancia lo visitaban

con regularidad. Estaba en la dimensión de lo fantástico, género

que en Italia no era tan frecuentado como en Francia, por ejemplo,

 donde floreció el surrealismo."

Todo semiólogo es un detective: interpreta evidencias, elabora

 hipótesis. No lo hace en busca de una verdad preexistente sino de

 un sentido que va cobrando cuerpo en el transcurso de la

búsqueda. Merodea el núcleo secreto en torno al cual se organiza

 la comunicación humana, que para Fabbri no es estático sino

 móvil y cambiante, y cuyo descubrimiento no implica desaparición

 sino desplazamiento.

El martes, siguiendo el hilo narrativo de 8 ½ , Fabbri llegó a la

conclusión de que el protagonista de la película finalmente

encuentra la felicidad "aceptando el mundo y la vida como son, sin

 ideologías, sin religión, sin utopía. Esto, que para la época era

revulsivo, porque lo que se pedía era fe, religiosa y política, para

 mí es conmovedor.
Fuente: ADN Cultura
Por Verónica Chiaravalli. La Nación. Publicado en el diario la nación el 9/9/2013













Bafici
 

Isabelle Huppert: "Lo que siento al actuar en cine es como la definición de felicidad"

Espectáculos
La reconocida actriz francesa llegó a Buenos Aires como invitada por el festival independiente para presentar una retrospectiva de su prolífica carrera
Por   | Para LA NACION

Con su visita el Bafici cumplió el sueño de poder convocar a una gran actriz europea y figura clave de nombres como Claude Chabrol, Jean-Luc Godard y Michael Haneke, todos ellos autores recurrentes y simbólicos del festival. Conocer a Isabelle Huppert sorprende porque su distancia es prácticamente la misma que la convirtió en gélida musa de la pantalla, y el entrevistador pareciera estar inmerso en una trama que la tiene como protagonista. También porque por su delicada figura nadie creería que fue la arrolladora Emma Bovary, la perturbada Profesora de piano o la histérica Augustine, una de las 8 mujeres de François Ozon, y que todas ellas sean, en rigor, fulminantes actuaciones plenas de un magnetismo que agiganta. Entre los más de 100 títulos en los que participó, Huppert ha estado también a las órdenes de Bertrand Tavernier, André Techiné, Maurice Pialat, Michael Cimino, Andrzej Wajda, Jacques Doillon, Raoul Ruiz, Patrice Chéreau y Claire Denis: "Nunca miro lo que hice. No más allá de una percepción de espectador", dirá al recordársele su importancia en la historia del cine europeo. Prolífica, Louder Than Bombs, del director Joachim Trier, la encontrará nuevamente transitando La Croisette en Cannes, donde el film acaba de ser anunciado en la Competencia Oficial.
Invitada por la embajada de Francia y el Ministerio de Cultura porteño, como toda gran estrella, Huppert tiene brillo propio, y como una gran actriz, inteligentes reflexiones. Con el correr de los minutos dejará caer esa distancia inicial para demostrarse como una mujer tan luminosa como reflexiva y sensible.

-Ha trabajado con grandes directores de personalidad muy fuerte. ¿Cómo se relaciona desde su labor de intérprete con autores como Godard, Chabrol y Haneke?

-Lo que siento al actuar en una película es casi como la definición de la felicidad, porque cuando uno es feliz no sabe muy bien por qué lo es. Actuar es un estado algo fetal, pero para llegar a él implica que muchos elementos deben estar unidos, y este equilibrio puede ser destruido por cosas muy pequeñas: una mirada, una interrupción. Este estado llega en el acuerdo entre el actor y la puesta en escena. Cuando el director pasa de un plano a otro responde a las preguntas que el actor puede hacerse. Es un lenguaje entre el director y el actor; en vez de utilizar palabras, el director pone la cámara en su lugar y corta en el momento adecuado.

-En buena medida, Hollywood representa un imaginario para mucha gente del cine. ¿Es tan necesario para un actor?

-Es interesante desmitificar el prejuicio sobre el cine norteamericano. La gente está tentada en definir a Hollywood, pero eso no quiere decir mucho, porque existe Hollywood con su modelo industrial, pero también está la parte independiente del cine norteamericano. Creo que es interesante verlo desde más de cerca para poder entenderlo bien, de cerca es otra cosa.

-Claire Denis estuvo hace poco en la Argentina y ella comentó que usted la convocó para filmar una novela de Doris Lessing, Canta la hierba en Sudáfrica, que luego devino en White Material. ¿Cómo fue su relación con ese proyecto?

-Le propuse a Claire hacer esta primera novela de Lessing, pero ella no estuvo interesada porque el personaje era de otra época. Aunque se encuentra frente a una problemática que no ha cambiado del todo en la relación entre la población blanca y los africanos, es un personaje que hubiera evolucionado desde mediados del siglo pasado. Encontré interesante el hecho de que el personaje nació de una novela que desapareció y se transformó para la película.

-¿Cómo es su relación con el libro original teniendo en cuenta que usted actuó textos de Joseph Conrad, Flaubert y otros grandes autores?

-En rigor, el libro no tiene mucha incidencia sobre el trabajo del actor. Por ejemplo, Madame Bovary es bastante diferente respecto de la novela, si bien el personaje está, pero es muy distinto al de Flaubert. En el caso de La profesora de piano, nunca leí el libro. Es una cuestión que interesa más a la puesta en escena que al actor, importa más el material ficcionable extraído de la literatura, ya sea surgido de la literatura o inédito como un libro original del director. Lo que sí cambia es en la percepción del espectador, porque, por ejemplo,Madame Bovary pertenece al imaginario colectivo. Entonces es más difícil para el actor mostrar otra visión que la que trae cada espectador. Con La profesora de piano, Haneke me pidió expresamente no leer el libro, porque quería que su propia visión del personaje fuera preponderante.

-¿Cree en las escuelas para el desarrollo de un actor?

-Nunca entendí muy bien lo que significan las teorías sobre el actor, y el Actors Studio no lo entiendo del todo. De hecho leí a Stanislavski y me dije: "Vaya, hago Stanislavski sin saberlo", y lo que leía era lo que yo creo que es la profesión del actor. Me sorprenden mucho los actores que trabajan con coach, algo cada vez más frecuente. Me interesaría saber un poco más por curiosidad, pero me perturba un poco esta idea de que alguien intervenga en el diálogo que uno tiene con uno mismo. Un gran profesor de teatro como fue Grotovski tiene una definición de la actuación que comparto y dice que no es una cuestión entre uno mismo y el público, ni entre uno mismo y su partenaire, ni entre sí mismo, sino entre uno y algo misterioso que está por encima. No era un místico, pero es una bella definición, creo que el misterio es una buena definición para el actor.

-En su relación con Claude Chabrol, que se extendió en tantas películas, ¿existía un código de trabajo?

-Hablábamos muy poco de los personajes. Antes del rodaje le preguntaba algunas cosas que yo guardaba para mí. Me dejaba hacer lo que quería. Chabrol iba hasta una forma de provocación pensando que para un mismo papel, si uno lo actúa de una manera más alegre o triste, no cambia la significación total del film. Por eso no decía nada al actor. Lo extraño mucho. El final de Gracias por el chocolate es como una metáfora de la película, pero también de cómo él cerraba las historias como en una telaraña. No es sólo con Chabrol, pero en general hay momentos en los cuales la película tiene su vida propia, y es como si el film avanzara solo.

-En los últimos años usted expandió su horizonte filmando con Rithy Panh, Hong Sang-soo y Brillante Mendoza. ¿Qué le aportó a su desarrollo como actriz?

-Me gustan los viajes. Es mi idea del cine. Cuando uno hace una película es como estar en tierra extranjera, y esto se potencia doblemente al estar verdaderamente en el exterior.
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Su Fariña quiere compartir:
 
Una reflexión de Jorge Bucay 
 
El nos pregunta...

¿Nos hacen falta las cosas para ser felices?

...Puedo compartir muchas cosas contigo, pero no puedo compartirte mi felicidad, no puedo hacerte feliz.

...Es hora de tomar una decisión, porque ser felices no es un derecho, en una actitud, y no solo es tu derecho ser feliz, ser feliz es una obligacion 

...Hay pocas cosas a las cuales estamos verdaderamente obligados y una de ellas es ser feliz-

..Esta felicidad depende de algunas decisiones, depende de que te ocupes de ello, de que seas capaz de jugarte la vida en estas decisiones.

..La felicidad no es la alegría, no es estar contento, no es reír todo el tiempo. La felicidad es nada más y nada menos que la sensación de celebridad que tienes… cada vez que sientes la certeza de estar en el camino correcto. Y si te estas preguntando como encontrar el camino correcto...no le preguntes a nadie. Tu tienes la respuesta.
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